Iniciada con el tiempo suficiente como para moldearla a conciencia, sin que se aprecien intervalos imprudentes que alejen a los ciudadanos de lo elemental que se ha de consumir, para que el cuerpo pueda digerirlo sin mayores contratiempos, solo evidenciando lo que no se certifica ni puede ser demostrado.
Todos los días, sin excepción, aparecerá el motivo, la causa, la justificación... que mantenga a diana a la distancia suficiente como para vislumbrarla sin impedimentos, más allá de lo que el observador, cualquier observador, pudiera sonsacar sin demasiado esfuerzo. Los datos están ahí para demostrarlo y se han publicado recientemente, pero quién quiere ocuparse de ellos si solo uno se interfiere para significar repulsa hacia el emigrante. Las razones están muy claras, pero si no se quieren ver, si no se da la necesidad de querer descubrirlas, sino que es mejor inflar el globo con la ignorancia, acabaremos cayendo todos en enfrentamientos inútiles.
La mayoría de los delitos que se cometen en España los cometen los españoles, así que cargar con los que llegan esperando solo un acomodo, tras los suplicios que hayan podido vivir en sus países, nada que ver con lo que se podría vivir en el nuestro, aún sin medios para casi sobrevivir y a cambio de un sueldo miserable y una degradación solo superable a base de un esfuerzo máximo, nos parece de una vileza sin límite que, además, está siendo utilizada en contra de nuestro propio interés.
No todos los que llegan son ángeles, cualquiera puede deducir las múltiples cualidades con las que nos podríamos encontrar en ambas direcciones, las que vienen y las que van, sujetas a una multitud de problemas añadidos, que sería casi imposible resumir en unas líneas. La comprensión y sobre todo el acogimiento en las distintas Comunidades, con los medios necesarios, con la formación pertinente, sin improvisaciones casi calculadas... puede dar idea de lo que nos estaríamos llevando entre manos, empezando en el inicio en el mar, con la recogida de pateras, continuando con las prestaciones y siguiendo con los problemas infinitos que se plantean.
Algún día en que quizás podamos advertir los beneficios obtenidos, podremos sentirnos ciertamente recompensados al ver (ya lo estamos viendo) cómo aquél sirio, convertido en cirujano, ha salvado vidas españolas o el senegalés, dueño de su propio negocio, se ha podido incorporar de facto al continuísmo de nuestra Sociedad que, aún siendo imperfecta, ha sido elegida por muchos para sintetizar sus sueños.
La ofensiva ultraderechista que no ceja en su empeña, se tiene que ver contestada desde el minuto uno, para que no nos provoque más perjuicio indeseado.