miércoles, 24 de abril de 2024

Las dos vertientes

 

 

Conmigo o contra mí, resulta ser la diatriba con la que han de manejarse los presidentes, ya sean de comunidades de propietarios, de empresas en crisis, o de clubes desnortados. El caso es que nunca va a llover a gusto de todos y siempre habrá quien se alinee a mi favor o en contra de mis decisiones, estén o no enfocadas correctamente, en un colectivo que a mayor consistencia, mayor subjetividad.

 

En todas esas formas de presidencia que destacamos arriba, surgen a menudo problemas que no pueden ser solubles en líquidos inflamables, siempre cercanos, a manos de pirómanos a los que les gusta el fuego más que las castañuelas. ¿Quién es Manos Limpias? Hay pocas dudas de lo que representa, del valor de las pruebas que aporta allí donde se presenta, de las insistentes maniobras para alcanzar protagonismo ante una Sociedad que se maneja, a las mil maravillas, entre mentiras y medias verdades. ¿En qué quedaron sus acciones en pro de una verdad atosigada de mentira? El TS lo absolvió, al no haber pruebas contundentes de que las "presiones" ejercidas en algunos procedimientos, no podían considerarse delictivas. Uno se pregunta si esa absolución no le ha dado "alas" para emprender de nuevo aquél camino iniciado en el mundo de la... ¿injusticia?.

 

Volviendo a los presidentes, y a su mal de altura sería para ellos mucho más edificante abandonar esa línea prepotente, ese pecado de soberbia que tantas veces les persigue, para adentrarse en una mayor empatía para con todos esos "propietarios" que solo pueden acudir a la reunión de final de año en cada Ejercicio, pero que viven sensibilizados con los problemas existentes y a quienes interesa poco los "chismes" partidistas que se mezclan en las escaleras de los bloques de viviendas. Un somero diálogo, una concreción de lo que, en tu vida diaria, eres capaz de hacer junto a quienes viven contigo y te aúpan o te defenestran, según el caso, para complicarte aún más las cosas.

Un ejercicio de equilibrio para una pseudo-profesión que también nos complica a todos. 

Segundos fuera

 

 

En la lid boxeística es el grito que eleva el juez de ring para que salgan de él quienes no tienen que pelear por el título, pero hay otras lides, las políticas, que hoy nos llenan por completo una actualidad española que no deja de provocar el pábulo suficiente como para mantenerla viva y, sobre todo, punzante. Mientras, los ciudadanos expectantes toman partido, o no, queriendo anticiparse a lo que va a venir después, a resultas de los sucesivos asaltos.

 

Gane quien gane de los dos contendientes, perderemos todos, y más aún si se siguen incorporando noticias al afán ilustrativo que puede acabar, irremediablemente, embarrándolo todo, para que parezca que no hay nadie que consiga salvarse de una quema que a todos nos preocupa, por una deriva corrupta que no conseguirá aplacarse de ninguna forma, mientras continuemos por ese camino.

 

No somos ángeles, pero tampoco queremos serlo, mientras vamos camino de una perfección que no lograremos nunca, aunque tengamos que poner siempre el foco en aquellos que, estando obligados a ser honestos, ni lo son ni lo parecen y, en consecuencia, deberían ceder sus elevados puestos a quienes tiene voluntad de hierro, previa incluso a la elección del cargo.

Cuando las estrategias acaban influyendo, incluso, a miembros de una judicatura puesta en sucesivas ocasiones en entredicho, a pesar de las muestras de profesionalidad dadas, de los conocimientos adquiridos... por una cuestión de legitimidad que solo fue alcanzada con votos, no por referencias personales, aptitudes demostradas, capacidad sobrada.

Los que ya han alcanzado esa gloria de los primeros puestos, al servicio de una ciudadanía, no partidista, no seguidista de consignas clásicas, tienen la obligación de dedicarse a trabajar, primero con humildad, después con entrega, hasta hacerse con la complicidad de un pueblo al que le debe todo, sin hacer apartados ni consignar problemas que no puedan solucionarse con acuerdos.

No queremos asistir como meros espectadores, a unos asaltos que más que entretenimiento nos dan vergüenza. Y el apoyarse en organizaciones que llegaron a estar fuera de la Ley, para tratar de contaminar la convivencia de los españoles, nos produce un sonrojo incalificable, al tiempo que deja a los juristas aún más desmotivados para ejercer un trabajo que no tiene ninguna pinta de ser fácil.

Nuestra Presidenta, la de la CAM, ha perdido en norte absolutamente y más le valiera a Feijóo empezar a tomar distancia, para no verse perjudicado como lo fuera en su día Casado, solo por advertir una causa que, cuanto menos, pudo haber sido constitutiva de delito.     

 

   

martes, 23 de abril de 2024

El riesgo de mejorar

 

 

O cómo hacer que las mejoras apunten al centro de la diana, una vez comprobado que no todo es acertar en el circulito de colores concéntricos sino, más bien, en la mejora de otros bienes generales que no se resumen en el plano material. El dilema sería querer conocer si hay caminos alternativos, por los que hacer discurrir nuestros días, en este globo dolido y afectado por tanto exceso.

 

Planteado todo en la manera en que se está haciendo, donde el curso anterior queda ampliamente rebasado por el siguiente, pero solo en términos de cuantificación monetarista, donde todo juega a favor de quien apuesta por inversiones millonarias, con alto porcentaje de acierto, garantizado casi en exclusiva por los guardianes de todos nuestros ahorros, evita tener que encontrarse con la más que desagradable situación de los números rojos.

 

Así, los beneficios de la banca en máximos, el turismo mundial en récords... y hasta los precios de los artículos en galopada infinita, asegurando el recorrido de las grandes superficies, no hacen sino corroborar lo que muchos técnicos opinan sobre la economía de recursos finitos: llegará el día en que su falta nos hará tremular, para tener que disputar a garrotazos por lo que quede disponible.

Que los banqueros puedan llegar a sentirse mal si no consiguen objetivos, o que lleguen a aterrarnos las disfunciones de los programados con poco éxito, no exime de culpa al sistema y por tanto quizás la solución esté en comprobar si podríamos alcanzar soluciones para evitar el desastre futurible, poniéndonos en el caso (¿improbable?) de que las carencias terminen por axfisiarnos. Para el caso en que así fuera, poder disponer, al menos, de suficientes máscaras de oxígeno con las que resguardarnos. Así que, pongamos en marcha a los fabricantes chinos, para que exploren, con sus capacidades, todos los sectores que convenga, además de los que ya nos nutren sin ninguna falta...