lunes, 1 de septiembre de 2025

Ofensiva imparable

 

 

Iniciada con el tiempo suficiente como para moldearla a conciencia, sin que se aprecien intervalos imprudentes que alejen a los ciudadanos de lo elemental que se ha de consumir, para que el cuerpo pueda digerirlo sin mayores contratiempos, solo evidenciando lo que no se certifica ni puede ser demostrado.

 

Todos los días, sin excepción, aparecerá el motivo, la causa, la justificación... que mantenga a diana a la distancia suficiente como para vislumbrarla sin impedimentos, más allá de lo que el observador, cualquier observador, pudiera sonsacar sin demasiado esfuerzo. Los datos están ahí para demostrarlo y se han publicado recientemente, pero quién quiere ocuparse de ellos si solo uno se interfiere para significar repulsa hacia el emigrante. Las razones están muy claras, pero si no se quieren ver, si no se da la necesidad de querer descubrirlas, sino que es mejor inflar el globo con la ignorancia, acabaremos cayendo todos en enfrentamientos inútiles.

 

La mayoría de los delitos que se cometen en España los cometen los españoles, así que cargar con los que llegan esperando solo un acomodo, tras los suplicios que hayan podido vivir en sus países, nada que ver con lo que se podría vivir en el nuestro, aún sin medios para casi sobrevivir y a cambio de un sueldo miserable y una degradación solo superable a base de un esfuerzo máximo, nos parece de una vileza sin límite que, además, está siendo utilizada en contra de nuestro propio interés.

 

No todos los que llegan son ángeles, cualquiera puede deducir las múltiples cualidades con las que nos podríamos encontrar en ambas direcciones, las que vienen y las que van, sujetas a una multitud de problemas añadidos, que sería casi imposible resumir en unas líneas. La comprensión y sobre todo el acogimiento en las distintas Comunidades, con los medios necesarios, con la formación pertinente, sin improvisaciones casi calculadas... puede dar idea de lo que nos estaríamos llevando entre manos, empezando en el inicio en el mar, con la recogida de pateras, continuando con las prestaciones y siguiendo con los problemas infinitos que se plantean.

Algún día en que quizás podamos advertir los beneficios obtenidos, podremos sentirnos ciertamente recompensados al ver (ya lo estamos viendo) cómo aquél sirio, convertido en cirujano, ha salvado vidas españolas o el senegalés, dueño de su propio negocio, se ha podido incorporar de facto al continuísmo de nuestra Sociedad que, aún siendo imperfecta, ha sido elegida por muchos para sintetizar sus sueños.

La ofensiva ultraderechista que no ceja en su empeña, se tiene que ver contestada desde el minuto uno, para que no nos provoque más perjuicio indeseado.  

Los ojos que miran

 

 

Culpables de ser atentatorios contra una moral que no es, aunque se identifique continuamente como proveedora de cosas ciertas que, sin embargo, no resisten siquiera la primera prueba. Así las gasta un ejército israelí comandado por generales ciegos y malintencionados, que dirigen a sus soldados, hombres jóvenes desprotegidos en lo ético, a una posible muerte por lo que persiguen otros con la idea puesta en un genocidio perverso, aunque ninguno de ellos pudiera no serlo nunca.

 

La condena a muerte constante, que sufren informadores que se limitan a fotografiar y contar lo que ven sus ojos, debería de ser refrendada por las instancias jurídicas del mundo que se regodean de ser paradigma de todo lo justo y que, en esta ocasión, eluden responsabilidades del derecho. La condena por los tribunales de Justicia sobre Netanyahu no es suficiente, si no alcanza a resolver el problema que presente cualquier falta de determinación al llevar a efecto la sentencia. Solo se ha convertido en el aplaque de conciencias que le puedan servir al jurista a creerse satisfecho.

Si se interpone el amigo americano que resuelve con facilidad lo que se determinó en su día, sobre la decisión inapelable de un tribunal hasta entonces acreditado, díganme qué se puede esperar de la sucesión de previsibles escándalos posteriores, si haber atacado desde el principio la resolución esperada.

Justicia inoperante equivale a pérdida de confianza, como en tantas otras instituciones, que no han sabido responder con eficacia a lo mucho que se esperaba de ellas.

Mientras tanto otros tantos informadores seguirán mirando de reojo, mientras disparan sus cámaras, que no sus armas, contra unas actuaciones condenatorias que no cesan, a pesar de tener a todo el mundo en contra. ¿Hasta cuando tanta soberbia?... 

domingo, 31 de agosto de 2025

Intervalos útiles

 

 

Cualquier parón en la sucesión de días laborales supone, a la vez que desasosiego, motivo para volver a la jodida rutina con algún interés de cambio, al menos hasta que la realidad nos devuelve a esa sensación fatídica de no saber (o poder) cómo hacerlo sin tener la varita mágica que todo lo puede y es capaz de devolvernos toda la felicidad perdida.

 

Ocurre en todas partes y nadie, creo yo, va a ser capaz de sustentar cualquier mínima posibilidad de iniciarnos en la compleja utilidad de reformar siquiera unos hábitos que, sabemos, nos son perjudiciales. Vamos a tener un tiempo precioso para intentarlo hasta que aparezcan, casi por ensueño, los nuevos hitos que nos ofrezca el inicio del nuevo año que está a la vuelta de la esquina.

 

Dirán que soy muy pesado en la insistencia pero, si no apelamos definitivamente a la voluntad, se volverán a frustrar nuestros deseos y todo será de nuevo tan gris como era y, a falta de motivaciones, que ciertamente no las hay ni nos son propuestas, tendremos que recurrir una vez más al auxilio individualista de saber esconder la cabeza debajo del ala y pasar de todo, sobretodo lo de por hacer, que es lo que más cuesta.

Podríamos resultar soñadores por un momento e ilusionarnos, ingenuamente, en que las cosas tienen remedio, aunque no así las que excedan de nuestras posibilidades, pero que también podrían estar encauzadas por ese camino del bien que se nos quedó tan corto que parece definitivamente borrado.

Mi ilusión se centra ahora en que se pueda acabar con el régimen encabezado por Netanyahu, a base de aumentar las protestas ciudadanas para que acabe esa maldita guerra de Gaza y nos devuelva a todos, también al resto, a los sitios de los que nunca debimos salir hasta provocarnos infinito disgusto.

Me consta, nos consta, lo mucho que les está agrediendo a sus conciudadanos, que no saben en qué acabará esa historia tremenda teñida de rojo y qué repercusión tendrá a futuro y de cara a su evolución más digna, una vez que ese nefasto gobierno sea descabezado, teniendo en cuenta que no será eterno... Europa no puede seguir asistiendo de brazos cruzados, tiene que escuchar a la mayoría de europeos y decantarse por una nueva era de paz y reconstrucción más allá de la material y sustanciosa.    

viernes, 22 de agosto de 2025

Mio, tuyo, nuestro...

 

 

Pronombres posesivos que todo lo alcanzan, que todo lo apropian, incluso cuando haría más falta ponerse a compartir cuando escasea. Nos hemos adentrado en tiempos en los que miramos mucho más por lo nuestro que por lo que necesitamos todos y no solo de lo material, que tanto abunda y a veces se desperdicia, sino por lo que nos abundaría más al espíritu.

 

Parece que de lo del espíritu, de lo que no se ve pero se siente, la gente se acuerda poco y reside en la soledad, que inunda de carestía el alma. Tantos, tantos habrá en estos días, lamentándose de lo que hayan perdido, que posiblemente se olviden de los buenos tiempos en los que apenas carecían de algo y vivían felices pensando en lo que habría de ser su futuro, todavía más prometedor y plácido. 

 

Solo cuando volvemos a ser dependientes, cuando todo parece nublarse por el humo, desafiante y negro, adelantado a la voracidad del fuego, nos damos cuenta de esa fragilidad que siempre nos estuvo acechando y no nos hacía verdaderamente conscientes de lo que podría acabar devorándonos. 

Ahora lo mío ha perdido carácter, lo tuyo se desvanece y lo nuestro no forma ya parte del universo fácilmente asimilable, ahora habrá que volver a empezar y lo habremos de hacer todos juntos, hombro con hombro, codo con codo, voluntad con voluntad, cosidos a mano y con fuerza para que no se nos olvide que estamos hechos de barro, pobre pero moldeable que, unido al querer hacer, vaya dejando atrás todo lo malo que fue pensar solo en ti mismo, utilizando los posesivos como única tabla de salvación, en momentos en los que no sirve de nada insuflarlos de materia vana. 

viernes, 18 de julio de 2025

Ejemplaridad

 

 

Los abuelos hemos de tener presente hoy el siguiente dilema: cómo enfrentarse a la obligación de hacer partícipes a nuestros nietos, la idea necesaria de tener que ser honestos, cuando en nuestra contra todos son casos de corrupción y, lo que es peor aún, la asunción de que quizás sea un mal necesario, en este mundo tan competitivo y dedicado a medrar a toda costa.

 

Particularmente mi tesis ya la conocen, estriba en una voluntariedad que tiene que ser indiscutible, incluso a pesar de los riesgos que (estamos viendo) sufren quienes están dispuestos a todo para aferrarse a la ética, en lugar de seguir el curso que marcan todos esos "masters" que inculcan la necesidad de prevalecer como piezas fundamentales de ese capitalismo, tan agresivo, que distingue muy bien entre cualificados y no aptos, a la hora de poner en marcha las prácticas. Precisamente ahora, cuando están proliferando aperturas de escuelas de "negocios", deberíamos interesarnos más por la forma de instruir a nuestros jóvenes en línea con el ultraliberalismo tan de moda.

Si nos decantamos por la idea de que la honestidad no vende, y sirve solo para románticos, nos espera un futuro en el que la depredación va a estar en la cúspide de la comportabilidad humana, dejando a los más débiles al borde de la extinción, como especie rara a eliminar y a la que hacer "bullying" hasta el punto de apartarlos del ámbito.

Aún conservo esperanzas de orientar a mi nieto, por un camino de verdad y de justicia, a los que solo él podrá acceder con sus propios principios...  No sé si voy a poder convencerlo, en esta Sociedad nuestra tan bochornosamente inclinada, de que siga siendo, pese a sus dudas, tan honesto como lo ha sido hasta ahora.