Siguiendo los procesos que pasa cualquier tejido, desde su fabricación a la más que posible permanencia al sol y las inclemencias del desierto de Atacama, confiando en su definitivo agotamiento, vemos cómo se van pronunciando éstos, tejiendo hilos y filamentos por millares, qué digo, por millones, hasta darles forma definitiva en vestidos, a disposición de una clientela siempre insatisfecha con poder cubrir su cuerpo de la mejor manera, sin escatimar en costes, salvo aquellos que se ven obligados a nutrirse en mercadillos, aunque no por ello también insatisfechos.
Los distintos formatos del textil, desde la seda al algodón, pasando por el poliester, naturales o sintéticos, se acomodarán siempre a lo que la clientela demande en cada momento y las grandes firmas de la moda elijan para sus desfiles. Todo muy en consonancia con la necesidad del ser humano en cuestión de vestimenta, que se hace absolutamente indispensable, aunque no así el carácter que pueda llegar a imprimir en las sociedades modélicas.
Todo lo anterior para hablar de semejanza con otros tipos de tejidos, asociados a la actividad productiva del ser humano, siempre dispuesta a la construcción de un ideal que, aunque nunca se logre, sí que inspira a creadores, que quieran emprender el camino del progreso, llegando a construir edificios sin techo, como ocurre, por cierto, en países islámicos donde nunca se terminan para que, según cuentan, los herederos prosigan. Nos estaríamos refiriendo a los diferentes tejidos empresariales que en las sociedades modernas, bien estructuradas, son la base sobre la cual se fundamenta todo.
Aplicado al contexto social, precisamente, es fácil observar que son estos tejidos últimos los que elaboran, en combinación con la fuerza del trabajo, cualquier material fungible pero también el no fungible en sentido menos práctico pero más sustantivo, a la hora de preparar el terreno útil en el que todo tenga que funcionar, con el mínimo coste posible, hasta llegar a ese punto máximo en que las cifras se desorbitan. Pero, hablando de tejidos, cuando se deshilachan y dejan de servir a un uso comedido, con rotos visibles o manchas permanentes, solo queda cerrar la fábrica y abrir otra nueva.
En ese punto siempre habrá quien se rehaga y comience de nuevo su andadura, sirviéndose de medios que tenga a su lado, también los políticos y los subalternos colaterales, que hacen posible, a base de dineros y beneficios no especificados, que todo siga igual para que nada cambie...
¿Qué habría que hacer para reprogramar un sistema tan anticuado, basado exclusivamente en el dinero?