Cuando se trata de vender, la estrategia del "comercial" consiste en parecer más que en ser, algo que, según como seas, puede perjudicar al negocio que desarrolles. Lo primero ganar de algún modo al comprador que, aunque vaya buscando algo determinado, puede terminar adquiriendo lo que tú quieras, osea, lo que más te interese particularmente a ti.
En política estamos hartos de ver cómo te venden cosas continuamente, aunque esas mismas cosas cambien completamente de interés cuando convenga el momento y haya que variar de oferta. Solo hay que recurrir a las hemerotecas para comprobar cómo lo dicho, no hace años, sino simplemente en días anteriores, desdice aquello en lo que basabas tu honestidad como culmen del procedimiento. Todo al tratar de justificar lo mucho que vale lo último sobre lo anterior y lo bien que quedas ante un respetable que solo está pendiente de tu ascenso.
Los cónclaves políticos sirven para afianzar la siguiente estrategia con las personas que conviene situar en los puestos más relevantes. Que se cumplan después las expectativas, es parte de lo relativo que habrá que ir modificando. para estar a la altura de las circunstancias en cada momento.
La necesidad de mantener caras de repuesto, para cada momento álgido, nos lleva a tener que considerar si los productos ofertados son en realidad los que necesitamos o convienen a otra realidad bien diferente, la de colocarse en la mejor posición para, desde ella, dar el salto a un estrellato que muy pocos desean, de no estar dentro de la "movida".
Si se dan los tiempos en que nadie logra posiciones aceptables, que todos figuran en las encuestas con notas por debajo del mínimo admisible, habremos de ser nosotros los que decidamos, en última instancia, lo que haya de hacerse por el bien de nuestros intereses y no de los suyos.
No cabe ya mayor desinterés, salvo que coincida con tu fanática respuesta, cuando ninguna de las caras se corresponde con lo que puedas andar buscando.