Todos sabemos lo complicado que puede llegar a ser el asunto, cuando se desenreda y no aciertas a recomponerla. Aquél sufrimiento, derivado de unos brazos desganados, cuando tu madre te pedía ayuda para ordenar la lana, previamente a la construcción del jersey, era totalmente desentendido por el afán de volver al juego del que habías sido apartado.
Traducido a la vida real, cuando la madeja del politiqueo se enreda en confusas ideas, no hay por donde coger el hilo de las soluciones. Y en esas estamos, en que lo que puede acabar siendo el más luctuoso desastre, se convierta en lío de ideas deshilachadas que consiga evitar el compromiso acelerado por acabar con la tragedia. Ahora resulta que todo va a depender del grado de afiliación, con una matriz que se inspira en la fuerza de las armas, del dinero, del poder en definitiva, para culminar unos propósitos que se venían programando y que hasta ahora, sin la coartada facilitada por el mundo terrorista, no se había podido llevar a cabo.
Casualidad o no, interpretado como se ha hecho siempre, al albur de lo que siempre ha sido, los terrorismos (también los de Estado) salpican al mundo allá donde se hace posible gracias a la existencia de diablos vestidos de traje y corbata. Algunos se convertirán en negacionistas, cuando les apriete la idea de negocio baldío y sea el ejecutor quien tenga que pagar la cuenta, para lo que será imprescindible reírle las gracias.
Maldita sea la gracia que nos está haciendo a todos los que nada tenemos que ver con negocios y sí con vidas humanas puestas en juego. Siempre habrá quien crea que una vez pasados los años, constituidos lugares de ocio y pasión, donde recalen cruceros donde se coma y se beba a discreción, nadie se acordará de lo que antes fue y sirvió de matanza indiscriminada.
Ocurría, a veces, que mi pobre madre se hartaba y optaba por mandarle a paseo la idea del jersey que hubiera podido cuidarme del frío. Se necesita recurrir a la paciencia y sobretodo a seguir considerando, con fuerza y a voz en grito, que todo lo que está ocurriendo es, sin duda, un genocidio sangrante.
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