lunes, 1 de septiembre de 2025

Los ojos que miran

 

 

Culpables de ser atentatorios contra una moral que no es, aunque se identifique continuamente como proveedora de cosas ciertas que, sin embargo, no resisten siquiera la primera prueba. Así las gasta un ejército israelí comandado por generales ciegos y malintencionados, que dirigen a sus soldados, hombres jóvenes desprotegidos en lo ético, a una posible muerte por lo que persiguen otros con la idea puesta en un genocidio perverso, aunque ninguno de ellos pudiera no serlo nunca.

 

La condena a muerte constante, que sufren informadores que se limitan a fotografiar y contar lo que ven sus ojos, debería de ser refrendada por las instancias jurídicas del mundo que se regodean de ser paradigma de todo lo justo y que, en esta ocasión, eluden responsabilidades del derecho. La condena por los tribunales de Justicia sobre Netanyahu no es suficiente, si no alcanza a resolver el problema que presente cualquier falta de determinación al llevar a efecto la sentencia. Solo se ha convertido en el aplaque de conciencias que le puedan servir al jurista a creerse satisfecho.

Si se interpone el amigo americano que resuelve con facilidad lo que se determinó en su día, sobre la decisión inapelable de un tribunal hasta entonces acreditado, díganme qué se puede esperar de la sucesión de previsibles escándalos posteriores, si haber atacado desde el principio la resolución esperada.

Justicia inoperante equivale a pérdida de confianza, como en tantas otras instituciones, que no han sabido responder con eficacia a lo mucho que se esperaba de ellas.

Mientras tanto otros tantos informadores seguirán mirando de reojo, mientras disparan sus cámaras, que no sus armas, contra unas actuaciones condenatorias que no cesan, a pesar de tener a todo el mundo en contra. ¿Hasta cuando tanta soberbia?... 

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