sábado, 4 de mayo de 2024

El arreglo

 

 

Desolador, pensar siquiera que el mundo no tiene arreglo, como si se tratara de una maquinaria que habría que terminar arrinconando a su suerte, para que el orín u óxido hicieran su efecto. Si, una reflexión muy simple si quieren, pero que quiere enlazar con la responsabilidad de cada cual, en la conservación de esa maquinaria que estaría a nuestro cuidado.


Si te dejas guiar por lo que esté pasando, por toda esa serie de cosas horribles, por todas esas guerras que matan, por todos esos personajes malignos que encierran en sus mentes destrucción y odio, contando con el poder suficiente como para destruir tres mundos a la vez, podrías acabar enloqueciendo. Así que, una de dos, o te evades por completo, cosa harto difícil cuando en tu camino se interponen situaciones incontrolables, o procuras involucrarte en las mejoras que organiza ese otro mundo responsable que, hoy por hoy, sigue siendo mayoritario.


El aspecto positivo acaba tomando preponderancia, a pesar de lo que parezca decir la información que se nos suministra, producto de una necesidad impostada por los medios de comunicación, obligados a llenar las páginas de los periódicos, a completar los telediarios de las televisiones. Pero no debemos confiarnos a la suerte, y menos a la vagancia, pensando que habrán de ser otros quienes se apliquen. Los buenos datos no hacen más que confirmar que los avances no cesan, que la medicina, por ejemplo, sigue alcanzando cotas que parecían imposibles, que la juventud se hace poderosa a partir del conocimiento, que la diversidad se va imponiendo frente al totalitarismo que quiere marcar reglas insolidarias, que quiere hacer del mundo la exclusividad para unos cuantos.

No todo está perdido, ni mucho menos, pero hace falta que terminemos comprendiendo que las cosas no se hacen solas, que nuestras aportaciones, aunque mínimas, sirven para enjugar ganancias y desarrollan, además, los mejores principios sobre los que basar un futuro mejor que el presente, castigado en demasía por el óxido de la intemperie a la que vivimos sometidos.

No nos podemos dejar llevar por las malas noticias, hay que contrarrestarlas en lo posible con las que seamos capaces de introducir, despreciando malos modos, odios innecesarios, voluntades perversas... que nacen para alejarnos de una productividad necesaria.  

La hora de la siembra

 

 

Los socialistas no quieren desperdiciar un solo momento de gracia en las elecciones catalanas y por ello no escatiman argumentos, en pro de su victoria declarada antes de tiempo, por esos sectores que se dicen progresistas, frente al avance de la derecha, aunque hay otra derecha más sibilina, burguesa, heredada de los Pujol, que hará todo lo posible para que Illa se despeñe.

 

Junts, la derecha catalanista, incansable en su proyecto, pero señalada desde hace un tiempo, por su vinculación con la corrupción persistente, quiere incendiar las calles desparramando sospechas sobre la del PSC de Madrid, el enemigo odiado desde siempre, con la ayuda de un Puigdemont que sabe lo que se trae entre manos, respecto a su vuelta a la política activa, a cuenta de una amnistía que le acabará resultando muy provechosa.

 

La centralidad de Madrid no se queda parada, interviene para tratar de intoxicar a los catalanes que recelan de lo que volvería a alejarles de la tranquilidad de una política estable. Pere Aragonés es político bien conceptuado. El gobierno de la Generalitat se está llevando con mayor eficacia que lo hicieran los anteriores y buena prueba de ello es su aceptación, en general, de la ciudadanía, que quiere seguir siendo aplaudida por los logros sociales que se van consiguiendo de su mano. Su seriedad, su discurso bastante moderado, aunque decidido a seguirse declarando independentista y republicano, da fe de que no estaría dispuesto a facilitar a la derecha un gobierno que acabaría rebajando contenidos.

El aspecto relativo a la participación aún está por resolver, pero conociendo el grado de compromiso de la ciudadanía catalana, nos asegura que será claramente positiva.

La amenaza

 

 

Esa que se cierne sobre toda esa gente que un día pensó en Europa como su salvación, no deja de avanzar sin ocultar prejuicios. Empezó en el UK y ahora se está culminando el contagio al resto del continente, con lo que la extrema derecha se frota las manos, tras comprobar que las encuestas les son favorables, precisamente por este capítulo, que no se agotará antes de que lleguen las elecciones. No importa que haya técnicos que digan que esas manos de obra se volverán imprescindibles a no tardar, que la escala social que alcanzarán nuestros hijos, bajo tales expectativas, les devolverán la esperanza, a medida que las generaciones se agoten, el caso es que, al tiempo que las desigualdades crecen, nos volvemos más inquisidores y a la vez más rancios.

 

Sunak  puso la primera piedra, el resto las iremos poniendo, una a una, según florezca la siembra que han plantado en la tierra fértil de la desconfianza. ¿Quiénes han sido? Respóndase Vd. mismo, tras analizar detenidamente por dónde van los tiros, aunque quien más gane sean las industrias y los precios bajos de sus contrataciones, la incapacidad de absorción de tantos flujos migratorios puede más que cualquier teoría, tras haber ensayado múltiples soluciones, sin convencer ninguna.

El caso es que se van acumulando bolsas de desgraciados, abandonados a su suerte, candidatos a ser expulsados a países donde no está garantizada su acogida, en condiciones mínimas de aceptación, a pesar de las imágenes suministradas con el claro propósito de querer convencernos a los ciudadanos europeos de tan buenos propósitos.

Con todo ese telón de fondo, y las extremas apretando, las elecciones europeas pueden ser buena muestra del interés que pongamos en ellas, si las mayorías no creen todavía que su participación vaya a ser realmente provechosa. Los países del Sur están más por el europeísmo, pero los del Norte caminan, un poco desbocados, hacia una desestabilización que asusta. 

miércoles, 1 de mayo de 2024

Amor al riesgo

 

 

Ese que tanto nos asusta a los pusilánimes, ante cualquier ruido inusual, o enfrentamiento, a todas esas personas de "orden" puestas por el establishment para vigilar el suyo. Es el que parece alentar a muchos estudiantes norteamericanos, frente a tanto genocidio armado, en otra punta del globo, donde algunos siguen dispuestos a llegar hasta un final de catarsis, sin que medie la más mínima compasión hacia quienes no tienen culpa salvo la de haber nacido de padres extremistas.


Extremistas de ambos lados de un territorio donde no se ha vivido nunca en paz, donde siempre se convivió con la guerra larvada, donde algunos se dedicaron a robar las tierras, para sobre ellas edificar futuros aislados y prósperos, aunque carentes de esa otra paz, la interior, que todos siempre hemos deseado y ellos, de seguir, así nunca gozarán al completo.


Blinken persigue la paz, pero le va a ser difícil, frente a su más obstinado competidor israelí, que no quiere dar por finalizado el castigo, sin dejar claro quién manda sobre todas las cosas, sobre todos los propósitos, sobre las ideas y lo que es más