El que debiera llevarnos hasta la regeneración, requerida por todos, pero difícilmente realizable sin la voluntad requerida. Esa que se vende tan difícil que no está al alcance de cualquiera, que no vea en ella la solución a los problemas que nos acechan por todos lados y que se fundamentan, sin dudar, en la corrupción que no cesa. Se puede hablar del pecado, pero cuando son los mismos pecadores los que hablan de regeneración, sin aplicarse ellos mismos la medicina, se superponen los cinismos y se tapan las ofensas.
Seguiremos insistiendo, desde aquí, en que sin voluntad no hay regeneración posible y que, en el camino hacia ella, son los propios partidos políticos los que recelan del camino a seguir, que les comportaría tener que erradicar algunos procedimientos que no pueden casar nunca con la fidelidad y el compromiso que se les debe a los pueblos a los que guían.
Los periodistas dedicados a la investigación están sufriendo lo indecible, cuando quieren llegar al final de las historias que empiezan. Solo un comportamiento rayano en el estoicismo, en la condición de mártir, que sabe cómo empiezan pero nunca cómo han de terminar, logra dar sus frutos, para acabar Dios sabe cómo, expuestos a la ira poderosa y certera de los investigados.
La oscuridad que venía proyectando Fico ha terminado en consecuencias funestas, pero sin dilucidar todavía dónde se encuentra la aguja por la que habrá que atravesar el hilo conductor, para que nos enteremos todos de lo que se traía entre manos. El cierre de la Fiscalía Anticorrupción, o la intención de cerrar la radiotelevisión pública, pueden ser indicios de sospecha. No hay ninguna deriva prorusa que pueda quedar sin respuesta, para los estudiosos de las estrategias de Putin, en su guerra abierta con Occidente.
El caso es que ese camino, rodeado de espinas, no podrá ser atravesado sin víctimas. Mientras tanto seguiremos observando cómo, algunos líderes, chapotean los charcos de barro sin inmutarse...