Las que se reservan para ocasiones extraordinarias en las que hay que echar el resto, para acabar lo antes posible, a tiempo de que cualquier obra importante, sobretodo, concluya con éxito. Claro que la importancia, en asuntos de alta política, tiene mucho que ver con ese futuro del que, por no saber, no queda claro lo que se está poniendo en juego, más allá de lo que sus señorías nos anticipen desde sus escaños.
Son muchos los colectivos que en este momento se encuentran haciendo horas extraordinarias, sin parar, sin tiempo para comer, incluso, como ya nos anticipó Sánchez en su comparecencia. A toda prisa hay que colocar las piezas del puzzle para que casen lo mejor posible y no solo en el PSOE, también en las fuerzas de seguridad, con sus generales al frente, sus investigaciones por concluir, sus señalamientos en distinta forma frente a intervinientes de gran poder económico y que están dejando para el final, sin darnos explicaciones que nos lo aclaren.
España es una potencia económica en Europa y es en ella donde se cuecen los más importantes negocios constitutivos de pingües beneficios, de los que -se podría intuir- hay cantidades sobradas para repartir no solo entre los accionistas, también para los buenos consejeros, asesores externos, empleados fieles que se han demostrado proclives a realizar cuanto se les ordene. Si alguno se sale del cauce, pues eso, se le suspende de empleo y sueldo, por alto que éste sea, y asunto concluido. Siempre en interés práctico de lo que la Firma merece en cuestión de responsabilidad social jamás puesta en entredicho. Se debe a sus clientes, ante todo, y estos nunca han de sospechar siquiera que haya asuntos turbios guardados en cajones en los despachos. Que nos engañen todos los días en relación con el producto que venden, pues sería lo normal que además tenemos asumido, pero hacerles partícipes de una corrupción que llena las casillas de todo el casillero, no se puede tolerar y para eso le exigimos a Garamendi que alce la voz de alarma y ponga a sus empresas donde nadie sea capaz de alcanzarlas.
Lo lamentable es que todo esto venga siendo así, como se describe, desde que el hombre de la chaqueta de pana, hoy reconvertido en ilustre propagandista, consiguiera ilusionarnos, como lo hizo, con aquél socialismo revitalizante...
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