viernes, 5 de septiembre de 2025

Artes marciales

 

 

Las que deberían emplearse en los asuntos de corrupción, con el objetivo de meter algo más de miedo a los corruptos, cuando deciden, día tras día, emprender (palabra mágica) un nueva incursión en el fabuloso mundo de los negocios. Pero no, distan mucho del éxito cualquiera de las acciones llevadas a cabo para erradicarla y todavía más en los países en los que se han pasado, desde hace tiempo, demasiadas líneas rojas. Hasta el punto de parecer endémico su enquistamiento en sociedades como la nuestra, que hace muy preocupante el retorno a la honestidad de sectores acostumbrados a beneficiarse de sus prácticas casi mafiosas.

 

Hace solo unos días y gracias a una denuncia anónima, nos enteramos de la concertación en precios de material higiénico para mayores en residencias y hospitales, con el resultado de precios muy elevados sobre productos casi imprescindibles para muchos de ellos. Ese vehículo puesto de moda recientemente, el de la denuncia anónima, queda por encima de las inspecciones clásicas en las que tampoco puede uno fiarse mucho de la acción de quienes las ejecutan, susceptibles de ser sobornados.

 

Digamos que entras las fuerzas y cuerpos de seguridad, que no dan abasto, y los tradicionales sistemas de control que se han visto ineficaces en momentos clave en los que se necesitaron dispensaciones masivas, como cuando nos atacó la pandemia, queda claro la insuficiencia de métodos por los que suelen colarse los infractores. De seguir por ese camino, no tardaremos en contemplar cómo se imponen los malos a la hora de hacerle pifias al sistema, al tiempo que nos vamos acostumbrando a vivir, en tal estado de cosas, que dedicaremos buena parte de nuestros ingresos a sacrificarlos para atender necesidades ajenas.

Luego hablarán de la demagogia, de la facilidad que nos dan para exponer problemas a los que nos vemos afectados, para denostar lo que se acabó de imponer en una sociedad demasiado permisiva, y no es que seamos especialmente propensos a meter en las cárceles a quienes delinquen, sino que se avance, o se intente al menos, en aumentar en colegios e institutos todas las propuestas encaminadas a enseñar a los más jóvenes lo de que ser rico, a secas, no comporta todas las habilidades que persiguen las enseñanzas, que hay muchas más cosas sobre las que pensar para que la convivencia ofrezca derechos y realidades más sanas.

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