jueves, 25 de septiembre de 2025

Estrechez vs. opulencia

 

 

Un partido que se juega a diario en cualquier rincón del mundo y que provoca grandes frustraciones, sobre todo en los que pierden por goleada, manteniendo inacabado el resultado a pesar de las prórrogas y de algunos goles, en propia puerta, que conceden los ganadores, nunca dejará satisfechos a sus fans, por mucho que digan poder acortar las diferencias.

 

Como ocurre en la realidad, hay diferentes sectores, diferentes categorías, que hacen lo que pueden por llegar a un triunfo que cada vez se les hace más cuesta arriba. Son ahora los más jóvenes quienes se empeñan en meter el gol con ayuda de unos entrenadores también empeñados en aprovecharse de la vitalidad que imprimen a sus escasos méritos frente a una portería casi siempre inexpugnable.

 

La incógnita sobre el tiempo que van a poder aguantar sin hacer goles y los regates que todavía han de tener que sufrir por parte de quienes todo lo tienen y, además, se chulean de las facultades que poseen, incide en esa cantidad de reservistas que acumulan en los banquillos, que suelen mirar, con mucha envidia, las habilidades de las que presumen los triunfadores, mientras conducen sus carros soberbios y hacen gala de sus yates de recreo. Posiblemente ahora se estén mudando muchos de lado, tras comprobar las diferencias abismales entre la élite que no para de ganar y que todo el resto sufraga de algún modo.

 

Toda la frustración acumulada, podría en algún momento, y quizá pudiera estar siendo éste, explotar de manera intempestiva, cuando los hechos certifican la improbabilidad de cambiar una situación que se está haciendo quizás insostenible, al no poder disfrutar de beneficios que siempre se consideraron básicos y tener que convivir ahora y sin saber hasta cuando, con los progenitores y a sus expensas.

Si no se encuentran salidas, si las soluciones no llegan, habrá que intentar, por todos los medios, buscar gurús que, sin cualidades superiores, solo con excitación permanente, poder al menos hacer ver los deseos que, en otro tiempo, se colmaron.

Creo que no vale la pena identificarse con eso, pero al menos les produce el valor de una reclamación que, aunque se vea siempre insatisfecha, al menos les haga sentirse vivos en la contienda. 

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