La frase de moda en USA, centro neurálgico de una democracia que entrena la forma y manera de hacerse viral, pero despreciando los modos de la antigua usanza, a la que nos acostumbramos aquí una vez pasado el trámite de la dictadura, que dictaba las normas y aplicaba los medios para sostenerla, hasta que Franco dejó de existir y nuestros hombres patrios de entonces, mirando a su entorno, se apañaron para estrenarla a nuestra manera y condición, dejando para más adelante su perfección.
Patriotas abundan por todos los lados y todos dicen defender esa esencia vital que les transforma, a la hora de hacer comparaciones y verificar lo alto que hayan podido llegar en su búsqueda ansiosa, quedando lo más posible al margen de los que, ni tienen ni pueden llegar a tener, lo que tenemos los demás, adscritos al país que nos vio nacer y nos protege, allá donde podemos exhibir el pasaporte.
Pienso que si tuviéramos algo de empatía, la suficiente como para intentar meternos en la piel del otro, que no tiene país o se esfuerza por salir de él, para intentar también asimilarse lo más posible, caeríamos en una especie de depresión a la que nos sería muy difícil sobreponernos. Por un momento, con piel de otro color, arramplando con lo poco que me queda y dispuesto a subirme en algo parecido a un cajón de madera, para atravesar un mar que se me ponga por delante, me ofrece tal sobresalto, tal situación de desesperanza, que enseguida desisto de seguir adelante con tan fatídico sueño.
Cuando, además, oigo que hay algunos salvajes que incendian las posibles moradas de acogimiento, o a expresidentes que citan que lo no existente no tiene razón de ser, en alusión a ciudadanos que se están viendo asolados en su propio país de origen, no me puedo olvidar de lo que fuimos y de lo que ahora somos, de lo que padecimos y fuimos capaces de superar, merced a las ayudas que nos brindaron quienes ya hubieran pasado por eso antes.
Yo amo también a mi país, pero amo mucho más, como piensa Angelina Jolie, que nos están queriendo obligar a entenderlo de una manera bien distinta a la que una vez soñamos en primera persona y para todos los que tuviéramos a nuestro lado, vinieran de donde vinieran o tuvieran el color que tuvieran.
Ciudadanos del mundo, abstenerse del patriotismo trasnochado que nos quieren inculcar los amantes de las nuevas dictaduras.
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