No me refiero a ese que está sufriendo los embates al Medio Ambiente y a los arrecifes de coral que mueren sin remisión por la falta de atención que les prestamos, me refiero a otro más sutil que ahonda en las características de nuestra humanidad en crisis y que no queda resuelto cambiándose la camiseta con el logo provocativo para una mayoría que se siente ninguneada por la catástrofe que, días tras día, se viene operando en una pequeña parte de ese mundo que se creía civilizado.
Una catástrofe que pone a cada cual en su sitio empezando, claro está, por la mirada gruesa sobre el poder fantástico y universal que extiende sus redes por todo ese otro mundo, fantasmagórico, que ha pasado a ser conceptual y apunta hacia todo lo que se mueva y pueda estar impidiendo el logro de unos objetivos que han dejado de ser humanos a vista de cualquier persona.
Si dejamos de poner el foco en Netanyahu y sus secuaces, en el gobierno ultra que preside, y pasamos a fijarnos en lo de mayor amplitud, que domina las finanzas, el comercio, la "inteligencia" y otras muchas cosas por calificar, estaríamos cometiendo el tremendo error de pensar que no tienen conexión ambas fuerzas, sin que dejemos de convivir con la barbarie, ni dejemos de fomentar el miedo que estén pasando quienes están siendo objeto de su pretensión infame, la de erradicarlos sin permiso y a la fuerza del lugar que les era propio y se les quiere arrebatar sin más, con miles de víctimas de por medio.
Mientras tanto aquí, en el Occidente cómodo y aburguesado, que siempre impuso su ley sobre el resto, quitándole lo mejor que poseía, adocenando a unos líderes para que fueran correas de transmisión de la metrópoli, parece que no cambia nada y se muestra dócil, más que nunca, hace quienes hacen imperar con nuestros consumos, nuestras bondades, nuestras omisiones cognitivas, lo que en aquella pequeña parte del mundo quieren que fructifique.
A la gente normal, la que entiende de promesas incumplidas, de despropósitos continuados, de acciones malignas con las que hay que convivir, llegado el momento en el que le toca protestar por lo que está pasando y no ve manera de hacerse oír de otra forma, se la critica por el riesgo físico que puedan provocar sus maneras de hacerlo. Paradoja simple de lo que esconde la hipocresía de quienes viven a gusto con lo que ocurre, aunque esté distante, y sea consecuencia de una actuación improcedente, sobre todo por omisión, de quienes pueden hacer y no hacen, para salvar vidas inocentes.
La polarización también llega hasta aquí, entre quienes apoyan al mundo sumergido y universal hebreo, hacedor de capitalismo salvaje y quienes empiezan a mostrarse muy hartos de sus hazañas bélicas. Mal comienzo para poner orden en las cosas que están pasando y no pueden ser reprimidas por la fuerza, cuando ésta se encuentra para defendernos a todos, aún cuando no se vea toda la malicia que emplea todo ese mundo sumergido que manda.
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